Un paradigma del ritmo que sigue la transición tunecina, pausado pero impulsado ahora hacia una nueva fase con un Gobierno de coalición volcado en reforzar la seguridad del país y, sobre todo, en levantar la economía, que arrastra un enorme desempleo.
Al frente de este Gabinete, un milagro político cuatro años después de iniciada la revolución del jazmín,el consenso entre laicos e islamistas puso en enero a Habid Essib, un independiente, con un pasado vinculado al régimen y propuesto por el partido Nida Tunes, vencedor en las legislativas.
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